EL MAESTRO ERNESTO ENGEL Y SU VERDADERO AMOR AL ARTE


”El artista tiene que aprender a vivir de su arte”

Lo destacó como una verdadera profesión y reflexionó sobre la necesidad de una formación profunda e interdisciplinaria en todos los niveles. “En Misiones hay mucho potencial, pero somos tímidos”

Lunes 15 Octubre de 2012 |  El territorio

Posadas. Su nombre es sinónimo de arte, de resaltar lo autóctono, de innovación. Ernesto Engel es uno de los exponentes del arte misionero. Sus obras forman parte de colecciones privadas internacionales y de máximas autoridades de nuestro país.
Supo manifestar su veta artística en distintos ámbitos: es docente, investigador y empresario. Se siente un afortunado de la vida, “hago realmente lo que me gusta”, indicó. Entiende que el arte y la vida son una misma cosa, y en los cursos personalizados que dicta “no sólo enseñamos a pintar como una técnica, sino que enseñamos a la gente a sacar de su interior aquello que es importante, la esencia del verdadero artista”, expresó Engel.
Actualmente alejado de la docencia universitaria y abocado, desde sus obras, a dar a conocer por otras latitudes a la provincia, dirige junto a su esposa y artista plástica Chiquitina la galería Pos Art.
Realizó una pausa en sus actividades para recibir a El Territorio y deslizar, entre otros conceptos, la idea de que el arte debe ir acompañado de un poco de marketing: “Cada uno tiene que hacer su propio lugar, y el arte a través de sus artistas se puede hacer un lugar mayor, pero dependerá de que sus artistas hagan el espacio”.

Su formación seguramente le hace entender el arte, y en especial a la pintura de una manera especial, diferente...
El arte y la vida son una misma cosa, porque todas las complejidades y paradojas que tiene la vida van a aparecer también en el arte.  Creo que son dos conceptos mucho más paralelos de los que la gente cree.
A veces el arte que más se conoce no quiere decir que sea el mejor. Hay una cuestión de marketing en el arte y en la vida de hoy que antes no era así. Entonces quien produce arte y no llega a ser marketinero, y no lo digo de una manera peyorativa, no es conveniente darlo a conocer.
Hay un concepto -que en realidad no es mío, sino de un crítico de arte australiano- el cual indica que el punto de inflexión del arte fue el famoso hecho en el que Jacqueline Kennedy solicitó a las autoridades francesas que la Gioconda sea trasladada a Nueva York para que los americanos conozcan la obra. Millones de personas asistieron a esa muestra no tanto por el gusto del arte sino para poder decir que la habían visto. Allí comenzó la comercialización del arte, el cual se comenzó a vender cada vez más, y no tanto porque fuera bueno, sino porque era conveniente hacerlo valer más, porque había artistas que tenían mucha producción. El caso más destacado fue el Andy Warhol, que no fue un tan buen artista como se lo ve, pero sí hizo tanta cantidad de obras que valía la pena invertir en la promoción, porque siempre habría obras para vender. En cambio, un artista que tiene una producción limitada al mercado no le conviene, porque después no tiene como sostenerlo.

En ese sentido ¿es muy limitado el espacio que tienen hoy los artistas?
No creo que en ningún ámbito de la vida nada le dé cabida a nada. Cada uno tiene que hacer su propio lugar, y el arte a través de sus artistas se puede hacer un  lugar mayor, pero dependerá de que sus artistas hagan el espacio. Está en nosotros los artistas en que consigamos un mejor lugar para el arte.
Nuestro arte es muy bueno, lo que nos ocurre es que los misioneros somos tímidos, hablamos poco y, para poner un ejemplo a lo que digo, se puede ir a cualquier centro turístico, y ver que los guías no son de acá y mucho menos son aborígenes. Yo tuve la posibilidad de estar en Puerto Iguazú, en un emprendimiento sobre el cuidado de la flora y la fauna, mi guía fue un nativo y el recorrido y sus explicaciones fueron fantásticas, pudo explayarse sobre lo que sabía porque se lo permitieron.
Y como artistas también nos pasa lo mismo y nos vemos en desigualdad de condiciones frente a tanta verborragia de personas de otros lugares, y en el fondo somos muy buenos. Hay mucha potencialidad en el arte misionero.
Debemos revalorizar lo nuestro, porque así como Argentina siempre miró a Europa como modelo, el misionero siempre miró a Buenos Aires, entonces es bueno lo que viene de allá. Y nosotros miramos diferente a lo que mira una persona de La Pampa. El artista pampeano pinta hermosos cielos porque allí ese paisaje es importante, pero acá no lo es. Aquí la selva y las serranías no nos permiten ver el cielo, nuestro paisaje no es de alturas ni de mirada lejana, es de sol, de calor, no es de calmo, es enmarañado.

El campo académico ¿permite la formación de artistas?
Actualmente en lo académico no hay lugar para el arte. Hay una cuestión que no deja de ser verdad: en mi experiencia como profesor universitario se le dio tanta importancia a la cuestión docente que se perdieron los contenidos. Cuando a mí me tocó estudiar, la carrera duraba cinco años y teníamos una materia pedagógica en cuarto año que era optativa, y, como obligatoria, ‘Práctica de la Enseñanza’ en quinto año. Creo que muchos de los que nos recibimos en aquel momento fuimos muy buenos docentes. En cambio, en el diseño curricular de las carreras de hoy, hay un porcentaje sumamente alto de materias pedagógicas que le quitan tiempo a los talleres. Es algo paradójico: te enseñan cómo enseñar: una disciplina que no la conocés, o que la conocés demasiado por arriba. Y eso va a en detrimento de la enseñanza, porque la base está en saber lo que uno enseña.
Si uno sabe lo que enseña, va a encontrar la metodología para enseñar. Ahora bien, si tengo metodología pero no tengo un conocimiento profundo de lo que voy a enseñar, todo cae en saco roto.
En nuestra cultura se perdieron los contenidos, no sólo en el arte, en la vida en general. Importan más las formas que el contenido. Pero ¿qué hacemos con la formas si no tenemos el contenido?

¿Sucede lo mismo en el nivel medio?
Las escuelas no propician el crecimiento del arte, y el alumno debe buscar satisfacer su veta artística fuera de la educación formal y muchas veces hasta fuera de su familia. Cuando algún joven demuestra inclinaciones artísticas, sea hombre o mujer, combinado a que en muchas familias está arraigada la idea de que el artista se muere de hambre, los padres te dicen ‘andá a estudiar Ciencias Económicas y hacé arte como una segunda opción o como para despuntar el vicio’.
Yo creo que se puede vivir del arte; de hecho, yo vivo del arte.

Siendo tan crítico ¿qué cambios aportaría a la educación?
En primera instancia, volver a incentivar la curiosidad en los alumnos, guiarles en el camino para resolver situaciones problemáticas. Hoy se toma a los niños curiosos como indisciplinados o molestos.
Luego, y no mucho menos importante, es que cada uno tiene que saber lo que se enseña y saberlo en profundidad. El saber cómo enseñar me parece que es algo secundario, yo no puedo enseñar lo que no sé en profundidad. Actualmente estamos preparando profesores, pero si la esencia de ese profesorado no está, es en vano.
La educación es una cosa muy seria y está tomada muy en solfa. El hecho de que no dejen repetir ciertos grados me parece aberrante, el incentivo para crecer es superar una etapa; entonces, si da lo mismo que el niño estudie o que no para estar en el grado siguiente, no entiendo cuál es el fundamento de asistir a la escuela.

El artista debe seguir capacitándose y vivir del arte. ¿Se pueden combinar ambas cosas?
En mi caso fue un poco intuitivo y de mucho trabajo, hay que trabajar diariamente, aunque en algún momento parezca que no valga la pena; si tuviera que dar un consejo a quienes hoy se inician en el camino artístico sería este, ya Picasso lo decía: ‘La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando’.
Si uno quiere vivir del arte, puede hacerlo. Pero debe saber cómo. Y las instituciones educativas no lo enseñan. Los artistas salen de una institución sabiendo esculpir, pintar o dibujar, pero no te enseñan cómo hacer que eso se introduzca en el mercado, cómo presentarte ante un galerista, cómo presentarte ante el director de un museo. Eso yo lo aprendí a los ponchazos, como quien dice. No fui el único, creo que los que terminamos siendo más notables que otros en el ámbito artístico lo hemos aprendido a las trompadas. Estoy seguro de que si dejamos los egos de lado, estamos todos pensando lo mismo. No nos enseñaron cómo montar una muestra, cómo alimentar nuestro personaje. En todas las profesiones hay un personaje que debe ser alimentado. Hay un traje que tenés que ponerte para hacer determinadas cosas, y para ser artista hay que ponerse un traje, armar un personaje necesario e imprescindible.
Soy un afortunado de la vida en materia laboral. Hago realmente lo que me gusta y creo que si uno se propone puede trabajar en serio. Hay que ser más profesional, más profundo, investigar, aprender lo que uno no sabe y, por sobre todo, ser humilde para aprender del que no sabe. A esta altura del campeonato disfruto de aprender del que no sabe, ya que en su inocencia se pregunta sobre cosas que otros no lo hacen, y la única diferencia es que mi camino para encontrar la respuesta es mucho más rápido.
Me quedan miles de cosas por descubrir artísticamente. El peor error que un artista o cualquier persona puede cometer es creerse que está por encima de los otros. Además de ser absolutamente antipático.

¿El camino está en entrelazar la faceta artística con la empresaria?
Las cosas funcionan mejor cuando funcionan en red. Entonces, si los artistas apoyamos a los empresarios, y a su vez ellos a nosotros, y tuviéramos el apoyo oficial, todo sería mejor.
Cada uno pone lo mejor que tiene de sí para hacer mejor el producto del otro, y viceversa, se logran grandes cosas. Debemos dejar de lado el paradigma ‘para que yo gane, vos pierdas’, podemos ganar los dos. Muchas veces nos estamos peleando por la torta y en realidad a un sector le gusta el bizcochuelo y al otro la crema, y si habláramos claramente, ambos podrían obtener lo que quieren de la misma torta.

Este sistema de  trabajo lo pudo aplicar dentro de la Ruta de la Yerba Mate ¿Dónde fue el lugar más lejano al que han llegado sus obras?
Por el hecho de formar parte de la Ruta de la Yerba han llegado a rincones del mundo que desconozco, me consta que forman parte colecciones privadas de Europa, y de máximas autoridades del país. Aunque no me gusta hablar de ello.


Entendió que la pintura genera algo en las personas, que les da un plus de formación no sólo artística, sino para la vida misma…
El arte aporta salud mental a cualquiera que lo practique. Es terapéutico a nivel personal y social, es una manera que tiene la vida de equilibrar al ser humano. Hay un ejemplo que es irrebatible: los italianos conforman unos personajes muy exultantes, expresivos, apasionados, si hay algo que no tienen es mesura y, sin embargo, Italia hizo el arte más mesurado que existe, que es el del Renacimiento. Y, como contrapartida, los alemanes, que son mesurados, reservados y vistos por algunos como poco alegres, realizaron el Gótico, más hermoso, exultante, y extrovertido. En ese lugar me paro para decir qué arte equilibra la vida, quien es exultante hace un arte equilibrado, y quien es demasiado reservado, hace un arte absolutamente exultante.
Sólo por darte un ejemplo, en mis clases veo el proceso por el que pasan muchas mujeres que comienzan siendo las ‘señoras de…’ y terminan siendo ellas mismas, recuperando su identidad, y eso me parece que es una maravilla, ya que lastimosamente la mujer desde los principios de la sociedad fue de segunda. De la mano del arte se encontraron a sí mismas y dejaron de estar asociadas a otra persona. Todo indica que, más que liberador, el arte equilibra a la persona y al estrato social donde se lo practique.


El perfil
Ernesto Engel
Nació en Posadas, es profesor de Dibujo y Pintura, licenciado en Artes del Teatro y doctor en Investigación en Artes Plásticas y Visuales por la Universidad de Granada, España. Está casado con la artista plástica Chiquitina Engel y tiene tres hijos –Christian, Vassily e Iván- y una nieta.
En su actividad docente fue profesor de la Universidad Nacional de Misiones, la Universidad del Salvador y el Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya.
Formó parte de varios jurados para concursos de Artes Plásticas en la provincia, obtuvo el Premio Sapucay Misionero 2009 por su labor a favor del conocimiento y difusión de la plástica.
Realizó numerosas exposiciones, tanto individuales como colectivas, en diversos puntos de nuestro país. Diseñó escenografías para obras de teatro y programas de televisión.
Actualmente es propietario, director y docente del Centro de investigación y enseñanza de Artes Plásticas Pos Art, en Posadas.