Investigación de Aguará-í: "Los yerbales de Horacio Quiroga en San Ignacio"

(el precio … y la especulación del mercado yerbatero en tiempos de Quiroga)

Amigos, gracias por sus conceptos, simplemente acompaño sus ímpetus de darle a la planta ese otro valor que también acredita además de sabores y aromas, y que es fuente de inspiración de poetas, cuentistas e historiadores. Siempre, en ese sentido, habrá algo en el archivo de...
Aguará-í


Los yerbales de Horacio Quiroga en San Ignacio

Horacio Quiroga adquirió sus tierras en San Ignacio a orillas del Yabebiry y aunque fuera el ámbito propicio para se eleve su vuelo literario en esos cuentos nutridos en los espantos selváticos y en el realismo de las orillas del Paraná, también supo en ellas criar bueyes y producir madera, tacuara, cítricos y yerba. Como buen productor no le fueron ajenas las especulaciones del mercado yerbatero de entonces, tal cual lo reflejan estas cartas que remitiera a su encargado en el lugar, don Isidoro Escalera, estando él en Buenos Aires. Las cartas, de buen tono, abarcan el período 1930 -1931 y no agotan el tema. Lejos de San Ignacio, Quiroga se interesa sobre sus negocios en Misiones. Regresa a fines de 1931 con toda su familia y se lo intuye vigoroso y entusiasmado rehaciendo su vida.


Esperando el mejor precio
 Fechada en Buenos Aires el 30 de marzo de 1930, la primera carta a Isidoro Escalera de las que se tenga conocimiento expresa las inquietudes del escritor respecto del precio de la yerba y revela cierto manejo especulativo frente a la demanda.

                                                “…El último precio que me dá es apenas pasable pero he oído decir por aquí que tiene que venir una suba forzosa… Darío, (su hijo), que anduvo unos quince días por el Tigre me informa haber oído decir que se estudia una ley de protección con base de 50 centavos el kilo. Algo ha de salir de eso, pues es una barbaridad lo que está pasando, los pescados grandes de las empresas trabajarán para todos. De cualquier modo, si la yerba no llegara a sostenerse en el precio actual, y bajara, será cosa de hacer la zafra y esperar un poco. No faltará molinero que tenga otro incendio en un galpón o compromiso por el estilo. No deje de calcular, con millar de kilos más o menos, la zafra actual y comunicármelo cuando me escriba. Entre tanto esperemos…”

En contestación a la respuesta de Escalera, (que puede deducirse consultiva como siempre), remite Quiroga otra carta desde Vicente López, donde reside.

                                                “… contesto afirmativamente a la propuesta de Hecht de comprar la hoja verde a razón de 60 centavos los diez kilos. Por el cálculo que Ud. hace me parece que más vale eso que ponernos en zafra por administración propia, siempre hay trastornos de mayores gastos, lluvias, demoras… contrate nomás con Hecht la zafra. Entendido que Ud. echará una ojeada al yerbal para que no destrocen las plantas. Infórmeme de todo esto en cuanto pueda. Tampoco se sabe por acá que va a ser del mercado de la yerba, lo seguro es que los pescados grandes ganarán como siempre, y perderán los chicos.
 El 30 de julio en respuesta de un telegrama de Escalera y otro de Hecht, manifiesta su contento por la nueva estación de aeroplanos que se levantará en San Ignacio, y muchísimo más interesado en el negocio de la naranja que en el de la yerba, en el que alienta cierta mejoría en el mercado.

                                                “… parece que hay mejor impresión ahora sobre la yerba. Claro que está que a pesar de todo más nos convendrá hacer los Ud. dice y de lo que hemos hablado ya…”
 En mayo de 1931, menciona Quiroga otros temas, (la perforación para el pozo de agua, el corte del bambusal, la gripe palúdica de Escalera) antes que el de la yerba. En julio solo anuncia la carta el viaje de su hijo, y las previsiones y recomendaciones sobre su estadía.

En agosto, escuetamente, en la carta del 13, comparte la idea de que

“… vale la pena cortar la yerba…”
   y en la del 17, remarcará:

“… podemos dejarla tranquila por el momento…”
 Nada agrega al respecto en la del 27 en la que se ocupa del iviraró.

 En septiembre 24, aún no manifiesta necesidad de zafra:

 “…no nos preocupemos por la yerba por el momento…”.

Otros temas le interesan, (su nombramiento como Cónsul en Misiones sobre todo) que le auguran beneficios inmediatos.


El negocio con Pastoriza.

 El 9 de noviembre responde a una carta de Escalera, y renueva una solicitud no respondida por su encargado
                                                      “…Espero respuesta a mi anterior en la que le incluía un pedido de yerba de Pastoriza. Este debe de venir a verme en estos días y sería bueno que tuviera ya su informe”.
Pastoriza le ofrecería 30 centavos por la cosecha, encargándosela para enero. Quiroga cree que es un buen negocio y consulta a Escalera.

El 16, Quiroga especula sobre la necesidad del comprador:

                                                     “…supongo que el hombre tiene algún compromiso para esa época, pues no es de creer que se muestre tan generoso gratuitamente, de cualquier modo he aceptado el precio, siempre que a Ud. le pareciera posible hacer la cosecha en esa época. De su informe depende la respuesta definitiva. Si Ud. cree que las plantas no van a sufrir con la poda en tal momento creo que vale la pena hacernos de unos pesos que tanta falta hacen. Infórmeme si Hecht correría con los gastos de la cosecha…”

“Escribí a Pastoriza solicitándole adelanto sobre la cosecha. Temo que no nos dé bola” escribe Quiroga el 4 de diciembre. “Mi impresión es que el hombre tiene un compromiso para fines de enero y necesita esos 10.000 kilos para salir de él. Así es que creo que aflojará…”
Quiroga no tiene plata para la barbacuada. Su hijo Darío gestiona un crédito en Posadas, Hecht se ha echado para atrás, Escalera y su laboriosidad son el último recurso:

                                                 “…si Ud. se anima a cosechar, aunque con tropiezos, sigamos adelante”.

 
Poco tiempo después, en enero del 32, Quiroga ya está en Misiones y concretó personalmente la venta de los 10.000 kilos de yerba.


Otras cartas

 El departamento de Investigaciones de la Biblioteca Nacional custodia los originales de un nutrido conjunto de cartas remitidas por Quiroga: 34 a Asdrúbal Delgado, 18 a Julio Payró y 40 a Ezequiel Martínez Estrada publicadas en 1959, y 1 carta a Alberto Brignole, 37 a José María Delgado y 88 a José María Fernández.

Otras 33 cartas remitió Quiroga a César Tiempo. Annie Boule recopiló otras cartas de Isidoro Escalera (1922-1937) que publicó la Editorial Universitaria de Misiones.

 Con afecto, Aguará-í.