Amigos,
desde el archivo del Aguará-í surgió esta pieza, alusiva al mate, que va
encontrando su ruta gracias a sus empeños. Les dejo un abrazo. Con afecto,
Javier Arguindegui
Javier Arguindegui
El mate anunciador
Renovó el mate volcando la
yerba usada, paleando con la bombilla que siguen los ojos, ya perdido el
pensamiento que descansa en el hábito.
Lo cargó de yerba nueva
esperanzada y ansiosa de entregar sabores estacionados pero preñados aún de
lluvias en el yerbal, días de sol, vuelos y zumbidos, nochecitas de plenilunio
y estrellas fugaces que ningún registro asentará como lo asentó la hoja verde.
Sacudió esos finos polvillos,
gasa verde que enguanta la palma, ahuecó el lecho donde suele dormir la
bombilla y cebó para que el agua sueñe su viaje al ser.
El mate es el puente entre
las orillas de la tierra y la profunda sensibilidad de la garganta. A veces el
agua llora sobre el mate.
Ahora es la cebadora la que
sueña. Vienen picadas, hojas secas, primaveras, rostros como destellos, raro
mapa de la vida con regiones y un cielo nacarado como no se ven en ningún otro
punto del planeta. Vienen islas, nubes, manos de caricia y labranza, vienen
pupilas brillosas que hablan ese raro lenguaje de ojos enamorados que abanican
las pestañas.
El mate ha comenzado su
trabajo de elixir abriendo portales del corazón concéntrico.
Remueve la bombilla apenas
como si dormida acomodara una cuna y viene el segundo borbollón seguido de
espuma y se le hace estar al pie de la cascada, imagina arcos irisados,
bandadas de vencejos.
Sorbió voluptuosamente
como si besara una fruta.
Vienen ecos de voces,
palabras que jamás hubiera recordado, ve en la oscuridad como otros labios
abrazan la boquilla.
Vienen dolores que van
calmándose. Vienen ausencias bajo una nueva forma de presencia.
Dialogan a su manera tierra y
sangre (es un canto de cisne el aroma a tierra erguida, orgullosa, y deja oír
su acorde sirénico: un suspiro de mujer.
Se duerme agotada y
entonces una amistad de almas que se reencuentran festejará el silencio de la
yerba, las risas del agua: pronto nacerá un hijo y esa madre toma en sueños,
sin saberlo, el mate que le ceba un ángel.
Con afecto, Aguará-í.