Caras y Caretas: "Mate Dulce" por Pedro Guzmán principios siglo XX - del Poeta Aguará-í para la ARYM y los amantes del Mate!

"Querida ARYM en estos días publiqué en el Territorio un fragmento de Mate Dulce en la columna del Aguará-í
envío transcripción del texto completo aparecido en Caras y Caretas a principios del siglo pasado, y el original, para que lo disfruten los amigos de la Ruta de la Yerba Mate Argentina"

(Misia Tadea le ofrece un mate a don Pablo, que se excusa. Ella se disgusta. Don Pablo expone su descargo..)
Fuerte abrazo!
Javier Arguindegui - Poeta y Escritor amigo del Mate y su Ruta
Mate Dulce
-Sírvase un matecito.
-Gracias, no tomo.
-¿Y me hace ese desprecio?
-Ni por asomo. Es que no soy vicioso, misia Tadea.
-Eso, don Pablo, busque quien se lo crea, porque yo por mi parte pienso que debe ser más bien que no gusta que yo le cebe.
-¡Qué esperanza, señora! No sea usté injusta; es lisa y llanamente que no me gusta, ¿qué no puede creerlo? Pues yo lo siento, le juraré si quiere que no le miento, y en fin, ya que se empeña, como remate, le diré claramente, por qué odio el mate. En mi tierra, señora, no hay más yerbales que aquellos en que pastan los animales, me aficiono a la yerba y es claro, luego me toman en mi tierra por un borrego. Además usted sabe que una chupada, si la bombilla abajo se halla tapada, no hará que suba el agua, naturalmente, sino que cambia el curso de la corriente formando así el que chupa con tal trabajo una nueva y viscosa de arriba a abajo; y aunque yo no le niegue que en parte afluye cuando al fin la bombilla se desobstruye, la otra parte que queda bien diluida sólo poquito a poco tiene salida, pasando a varias bocas de esta manera lo que extrajo el vacío de la primera. Considero más sano chuparme un dedo puesto que, de esta suerte, seguro quedo de que al menos ninguno se ha adelantado a chupar en el sitio que yo he chupado. Un autor, sin disputa muy erudito, que “era una calabaza con un tubito” dijo al hablar del mate, más por las trazas es un tubo que une dos calabazas. Por esta y otras causas, misia Tadea, aunque yo sienta mucho que no me crea, y aunque todos lo mismo que usted me traten, nunca tomaré mate ni aunque me maten.

¿Creerás lector querido que el tal don Pablo, que odiaba tanto al mate como al diablo se ha aficionado luego de tal manera que ya no se separa de la caldera, y se pasa las horas muertas haciendo un gasto atroz de yerba con agua hirviendo? Pues no hay nada más cierto, sólo que ahora no es la vieja Tadea la cebadora sino una morochita de quince abriles, con unos ojos negros, y unos perfiles, y una gracia, y un garbo tan superiores que ni en el paraíso hay mejores. Ella es la taumaturga que ha conseguido obrar este milagro que he referido, y tal y tan completa fue su victoria, que ahora el mate a don Pablo le sabe a gloria, pero debe advertirse que, sin embargo, no dice él que le guste por ser amargo, ni es un mate cualquiera lo que él prefiere, pues si alguien le pregunta cómo lo quiere, si con café, con leche, con agua pura, o si con terroncitos en la abertura, don Pablo responde tranquilamente: ¡Con la morocha, amigo, tan solamente!
(Pedro Guzmán. Dibujo de Cao. Caras y Caretas)